Cuando tecleaba estos renglones comenzaban a congregarse jóvenes universitarios en la Estela de Luz –el monumento a la corrupción, como también se le conoce.
Era el comienzo de lo que sería la manifestación de universitarios –Ibero, principalmente– contra la ausencia de democracia y libertad de expresión en Televisa y su intento de imponer a Enrique Peña Nieto como presidente. La primera manifestación tuvo éxito: obligaron a la empresa televisora a dar a conocer en sus noticieros las marchas de los jóvenes estudiantes. ¿Quiere decir que Televisa ya se hizo democrática? Difícilmente.
Si repasamos su historia encontramos que ha habido decenas de protestas –tanto pequeñas como grandes– frente a sus oficinas y nunca cambió de rumbo. El paso hacia atrás que ha dado ahora admite varias interpretaciones. La primera es que Emilio Azcárraga Jean se encuentra en el proceso de construirse una posición, una imagen, en Estados Unidos. Extendió su participación en Univisión mediante la inversión de 1,200 millones de dólares. Está creando sociedades con otras empresas; incluso prepara un programa de noticias en inglés.
Su imagen personal y empresarial sufriría serias abolladuras si en Estados Unidos hubiera conciencia de que, en casa, Televisa enfrenta un levantamiento universitario. Seguramente Emilio III ha pensado mucho en el derrumbe de su colega Rupert Murdoch. Otra interpretación sería que llegó la hora de revelar sus verdaderos intereses –no lealtades, obviamente– y están identificados con Calderón y el PAN. En el reciente debate los candidatos del PRI y del Movimiento Progresista se atacaron recíprocamente por las facturas millonarias que pagaron a Televisa. Sin embargo, nada se dijo del dinero que ha recibido del gobierno federal. Además, hay intangibles.
¿Cuál es el precio de impedir la entrada al mercado de nuevos canales de televisión abierta y de paga de competidores? Son deudas que tiene Emilio III y llegó la hora de saldarlas.
Lo iremos viendo, si esta interpretación es correcta, en los siguientes días, cuando los noticieros continúen la desmitificación de Peña Nieto, el balconeo de los gobernadores priístas corruptos, que ya dio inicio con Yarrington y, paralelamente, la elevación de Josefina. ¿O hay algún ingenuo que creía que Calderón entregará el poder así nomás, sin pelearlo hasta el final?
Tiene mucha cola pisable.
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